martes, 1 de abril de 2014

La casa del cielo


Una Señora soñó que llegaba al cielo y que, junto a las ciento veinte mil personas que mueren cada día, 
estaban haciendo fila para saber cual era su destino eterno.

De pronto apareció San Pedro y les dijo: "Vengan conmigo y les mostraré en que barrio está la
casa que le corresponde a cada uno. Aquí la única cuota inicial que se recibe para su habitación eterna
es la CARIDAD, traducida en obras de misericordia, comprensión, respeto por
los demás, interés por la salvación de todos ".

Los fue guiando por barrios primorosos, como ella jamás hubiera pensado que pudieran existir.

Llegaron a un barrio con todas las casas en oro; puertas doradas, techos dorados, pisos de oro,
muros de oro. Que maravilla...

San Pedro exclamó: " Aquí todos los que invirtieron con mucho dinero en ayudar a los necesitados;
aquellos a quienes su amor a los demás si les costó en la tierra". Y fueron entrando todos los generosos,
los que partieron su pan con el hambriento y regalaron sus vestidos a los pobres y consolaron a los presos y visitaron enfermos.

La Señora quiso entrar pero un Ángel la detuvo diciéndole. " Perdóneme, pero usted en la tierra no 
daba sino migajas a los demás. Jamás dio algo que en verdad costara, ni en tiempo, ni en dinero,
ni en vestidos... este barrio es solamente para los generosos". Y no la dejó entrar.

Pasaron luego a otro barrio de la eternidad. Todas las casas construidas en marfil. 
Qué blancura, qué primor. Los pisos de marfil, los techos de marfil.

La Señora se apresuró para entrar a tan hermoso barrio pero otro Ángel guardián la tomó del
brazo y le dijo respetuosamente: "Me da pena pero este barrio es únicamente para aquellos que, en el
trato con los demás fueron delicados, comprensivos y bondadosos. Y usted era muy dura, falsa y criticona,
y a veces hasta grosera en el trato con los demás". Y mientras todos los que habían sido exquisitos en sus
relaciones humanas, entraban gozosos a tomar posesión de sus lujosas habitaciones, la pobre mujer se
quedaba por fuera, mirando con envidia a los que iban entrando a tan esplendoroso barrio.

Le faltaba la cuota inicial... haber tratado bien a los demás.

Siguieron luego a un tercer barrio. Aquello era lo máximo en luminosidad y belleza. 
Todas las casas eran de cristal. Pero de unos cristales excepcionalmente brillantes y hermosos.
Paredes de cristales multicolores, techos de cristales refractarios, ventanas de cristales 
que parecían arco iris.

La Señora corrió a posesionarse de una de aquellas maravillosas habitaciones, pero
el Ángel portero la detuvo y le dijo muy serio: "En su pasaporte dice que usted no se interesó
por enseñar a las personas que estaban a su alrededor, el camino del bien, la verdad y este barrio
es exclusivamente para las personas que ayudan a los otros a buscar la felicidad. Aquí se cumple
loque anunció el Profeta Daniel: " Quienes enseñen a otros a ser buenos, brillaran como
estrellas por toda la eternidad". Y usted nunca se preocupó porque las personas que con usted
vivían se volvieran mejores. Así que aquí no hay casa para usted. Le falta la cuota inicial...
Haber ayudado a los otros a cambiar.

Entristecida la pobre mujer veía que entraban muchísimas personas radiantes de alegría
a tomar posesión de su habitación eterna, mientras ella, con un numeroso grupo de egoístas eran 
llevadas cuesta abajo a un barrio verdaderamente feo y asqueroso. Todas las habitaciones estaban 
construidas de basura. Puertas de basura. Techos de basuras. Los gallinazos sobrevolaban
sobre aquella hediondez; ratones y murciélagos rondaban por allí... Ella se puso un
pañuelo en la nariz por que la fetidez era insoportable y quiso salir huyendo, 
pero el guardián del barrio le dijo con voz muy seria: "Una de estas casas
será tu habitación; puede pasar a tomar posesión de ella".

La angustiada mujer gritó que no, que era horrible. Que no sería capaz de habitar en ese
montón de basuras. Y el Ángel le respondió: " Señora, esto es lo único que hemos podido construir con 
la cuota inicial que usted envió desde la tierra. Las habitaciones de la eternidad las hacemos con la cuota inicial
que las personas mandan desde el mundo. Usted solamente nos enviaba cada día egoísmo, mal trato a los 
demás, murmuraciones, críticas, palabras hirientes, tacañerías, odios, rencores, envidias. 
¿Que más podríamos haberle construido? Usted misma nos mandó el material 
para hacerle su " MANSION ".

La mujer empezó a llorar y a decir que no quería quedarse a vivir allí y de pronto, al hacer 
un esfuerzo por zafarse de las manos de quien la quería hacer entrar en semejante habitación, dio un salto
y se despertó. Tenía la almohada empapada de lágrimas... Pero aquella pesadilla le sirvió de examen de 
conciencia y desde entonces empezó a pagar la cuota inicial de su casa en la eternidad.
Generosidad con los necesitados, bondad en el trato con los demás, preocupación por enseñar 
a otros el camino del bien.

Que tal si empezamos a pagar LA CUOTA INICIAL

Cuanto más entiendas de tí misma, más entenderás del mundo".


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