Hijo mío que estás en la Tierra, preocupado, confundido, desorientado, solitario, triste y angustiado... Yo conozco tu nombre y lo pronuncio bendiciéndote porque te amo.
No estás solo porque yo habito en ti, juntos construiremos este Reino del cual serás mi heredero. Deseo que siempre hagas mi voluntad, porque mi voluntad es que seas feliz.
No te preocupes, quiero que sepas que siempre estaré contigo, que nunca te abandonaré y que cada día tendrás el pan necesario, pero aprende a compartirlo con tu prójimo.
Debes saber que siempre perdono todas tus ofensas, aún sabiendo que repetirás algunas de ellas, por eso te pido que hagas lo mismo con los que te ofenden.
Mi deseo es que nunca caigas en la tentación, así que sujétate bien fuerte de mi mano y confía siempre en mí, para que Yo pueda librarte del mal.
“Nunca olvides que te amo desde el inicio de tus días y que te amaré hasta el fin de los mismos, porque mi amor por ti, es incondicional”
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