Es posible que este mensaje te erizará la piel, te hará llorar o te dejará frío pero te
pone la vida en perspectiva.
En una cena de recaudación de fondos para una escuela que da servicios a los niños
con algún tipo de impedimento o problema de aprendizaje, el padre de uno de ellos ofrecería
un mensaje que ninguno de los asistentes olvidaría.
Luego de exaltar a la escuela y a su dedicado personal, hizo una pregunta:
Todo lo que hace Dios, lo hace a la perfección. Sin embargo, mi hijo Gerardo
no puede aprender de la misma manera que aprenden otros niños.
No puede entender las cosas como otros niños. ¿Dónde está el plan de Dios reflejado en mi hijo?.
La audiencia se paralizó ante tal pregunta. El padre continuó. Creo, contestó
el propio padre, que cuando Dios trae a un hijo como Gerardo al mundo, la oportunidad
para llevar a cabo el Plan Divino se presenta por sí sola y viene en la forma en que
la gente trata a ese niño.
Entonces, procedió a contar la siguiente historia: Un día Gerardo y yo pasábamos por un parque
donde jugaban pelota unos niños que Gerardo conocía. Éste me preguntó, ¿crees que me
dejarán jugar? Yo pensaba que los muchachos no querrían tenerlo en su equipo.
Pero comprendí que si a mi hijo se le permitía jugar le daría un gran sentido de aceptación.
Por eso decidí acercarme a uno de los muchachos en el campo de juego y le pregunté si podía
permitir que Gerardo jugara.
El muchacho miró a su alrededor para orientarse con sus compañeros de equipo y no obtuvo respuesta.
Entonces tomó el asunto en sus propias manos y me dijo "Estamos perdiendo
por seis carreras y el juego está en la octava entrada. Creo que puede entrar al equipo y trataremos de ponerlo al bate en la novena.
Al final de la octava entrada, el equipo anotó varias carreras, pero estaba perdiendo por tres.
En la primera parte de la novena entrada, Gerardo se puso el guante y jugó en el "outfield".
Aunque ningún "hit" vino en su camino, obviamente, este se sentía extasiado por tan solo estar en el terreno
de juego, saludándome con una sonrisa de oreja a oreja que le respondía desde las gradas.
En la última parte de la novena entrada, el equipo de Gerardo anotó nuevamente.
Ahora con dos "outs" y las bases llenas, la potencial carrera ganadora estaba en base.
Gerardo estaba pautado para el próximo turno al bate.
¿Permitiría verdaderamente el equipo que Gerardo bateara en esta coyuntura
y permitiría dejar pasar su oportunidad de ganar el juego?
Sorpresivamente le dieron el bate a Gerardo. Todos sabían que un "hit" era imposible
porque Gerardo ni tan siquiera sabía cómo agarrar el bate de forma apropiada, mucho menos
conectar con la bola. Sin embargo, Gerardo se paró en el plato, el "pitcher" se movió varios pasos y le lanzó suavemente la bola
a Gerardo de manera que éste, por lo menos, hiciera contacto con la misma.
Llegó el "pitcheo" y Gerardo tontamente lo perdió. Otra vez el pitcher" caminó unos pasos
para lanzar suavemente la bola hacia Gerardo. Gerardo logró darle suavemente a la bola enviándola al "pitcher".
Fácilmente el pitcher" atrapó la misma y pudo haberla lanzado al primer hombre en base.
Gerardo quedaría afuera y eso hubiese terminado el juego. Pero, en lugar de eso, el "pitcher"
la lanzó en un alto arco al jardín de la derecha, mucho más lejos del alcance del hombre en primera. Todos comenzaron a gritar,
"Gerardo, corre a primera, corre a primera".
Nunca en su vida Gerardo podría correr a primera. El torpemente corrió a lo largo de la línea
de la base con ojos desorbitados y confuso. Todo el mundo gritó: "Corre a segunda,
corre a segunda." Para el momento en que Gerardo estaba rodando la primera base, el jardinero de derecha tenía la pelota.
La pudo haber lanzado al hombre en segunda, pero el jardinero entendió las intenciones que había tenido
el "pitcher, así que lanzó la bola alto y por encima de la cabeza del hombre
en base. Gerardo corrió hacia la segunda base. Cuando Gerardo logró llegar a segunda, el "shortstop" del equipo
opuesto corrió hacia él y lo dirigió a tercera y le gritó: corre a tercera."
Según corría a tercera los muchachos de ambos equipos estaban gritando.
Gerardo corre a "home". Gerardo corrió al "home", llegó y fue vitoreado como el héroe.
"Ese día," dijo el padre suavemente con lágrimas corriendo por su mejillas, "los muchachos
de ambos equipos ayudaron a colocar un pedazo del Plan Divino en este mundo.
" Y ahora una nota de alcance en esta historia.
Todos podemos hacer la diferencia.
Nosotros tenemos decenas de oportunidades al día para ayudar a cumplir el plan de Dios.
Existen muchas interacciones triviales entre personas que nos presentan una oportunidad de pasar una chispa
del amor divino que Dios nos ofrece cada día.
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