sábado, 24 de agosto de 2013

Un nuevo día, nueva esperanza

Un día más, o un día menos, qué más da… siempre es lo mismo en estas paredes. A veces me pregunto ¿qué hago aquí? aunque ya conozco la respuesta. Y hasta me da vergüenza hacerme la pregunta ¡ah! 

Bien aquí estoy, privado de mi libertad… Dicen que soy malo para la sociedad, pero ¿esta sociedad es buena para mí? o quizás si por culpa de ella estoy aquí… No me arrepiento de lo que hice, total, yo lo busqué; no debo culpar a los demás, fueron sólo medios. He aprendido que los seres humanos, siempre culpamos a los otros de nuestras desgracias, pero los resultados son nuestros, propios de las maneras en que vamos caminando por la vida.

La calle, esa fue mi maestra que me sedujo, con sus noches llenas de misterios, con o sin luna con o sin estrellas (me gusta mirar las estrellas) noches pletóricas de aventuras y de ella aprendí lo que soy, en las esquinas estaban mis maestros - mis amigos - ¿serían en verdad mis amigos?

Mediante ellos conocí el placer rápido, el dinero sin trabajar, a delinquir, a ser hombre antes de tiempo, porque para ser hombre había que demostrar que se es arriesgado a todo, sin atados ni ataduras, consiguiendo alcohol y vicios que te hacen libre… Y ¿qué es ser libre?… ¿Para ser un deshonesto para esta sociedad? o ¿para soñar por un momento y luego volver a la realidad?

Y aquí me encuentro, contando los días que me faltan o que me quedan, ya no sé… Pienso en mi familia, en mi madre, para esa mujer fui bueno y hermoso. Tenía puestas en mí sus esperanzas. Yo la sacaría de sus estrecheces y le compraría calzados y vestidos, y un anillo grande aunque fuese de fantasía… y nunca se lo di…

Pienso en María, aquella vecina que cuando calculaba que yo pasaría frente a su puerta, se acicalaba, estiraba su vestido arrugado como mi conciencia y, al verla, me ponía nervioso, caminaba más lentamente al pasar frente a ella y nos mirábamos solamente y en al ambiente flotaba un callado… Te quiero.

Me habría gustado regalarle una flor tan perfumada como ella, con el olor de la limpieza e inocencia, pero nunca, por gil quizás, no me acerqué a ella porque se veía inocente y ahora en donde me encuentro, he sabido que aún me ama y espera, porque cree en mí. Sin embargo; a otras mujeres, hediendo a alcohol, sudor y tabaco me acercaba sin más ofrenda que yo mismo. Eso bastaba, era mi mundo.

Ahora he demostrado buena conducta, pronto saldré a la calle. ¿Estará allí mi madre y María esperándome? No lo merezco; sin embargo, en esta otra escuela, he aprendido tantas cosas, respecto a mi vida pasada… Eso es… Vida pasada... Vida vieja… Que sé quedará en estas paredes. Saldré con mi frente en alto; me esperan el sol, las estrellas, que tanto me gustan, la luna, las luces de la calle, para ver a la gente a los ojos y saber que entregan o bien, lo que ocultan. Buscaré a ese amigo del ayer en el cual no quería creer, a quien dejé en el olvido y me decía que yo era una joya en bruto y que sólo me faltaron oportunidades para ser mejor y que aún es tiempo para buscarlas, porque las oportunidades no vienen a nosotros, debemos ir hacia ellas.

Un nuevo día. Eso es, un nuevo día... Una nueva oportunidad.

¡Espérame nuevo día, allá voy! ¡Serás como el primero o el último de mi vida! ¡Serás completamente mío! ¡Serás mi nuevo día!

 

Monólogo escrito pensando en la vida de un joven que, por cosas de la vida, llegó a la cárcel



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