Cuando el temor apaga la luz de nuestra alma, o cuando la incertidumbre gobierna la paz de nuestros corazones; aparece como un destello divino una voz, una idea, una concepción que constituye el tesoro más preciado que posee la vida: “la madre”. En un mundo donde los valores se han perdido y la barbarie nos castiga a diario, ella es el remanso donde perduran las más bellas y profundas ilusiones.
El dolor, el desaliento y las vanidades quedan a un lado cuando nos ilumina con sus sabios consejos. Nunca claudica en sus ideales, y con una fe portentosa ayuda a todos sin esperar recibir nada a cambio. En cada hogar es el pilar fundamental que sostiene a la familia. Mientras está entre nosotros no le damos el real valor que tiene, y por lo general cuando la perdemos comprendemos lo importante que era para nuestras vidas.
El tiempo es despiadado y como un voraz incendio, devora todo a su paso. Por más que nos pese no se pueden retroceder los sucesos del ayer, y tal vez por eso, ese sentimiento de pérdida que todos tarde o temprano vamos a sentir, es una de las mayores tristezas que debemos atravesar. El amor de una madre es lo más grande que existe, no conoce el egoísmo ni la maldad. Siempre piensa en nosotros y jamás en su bienestar personal.
En este día tan especial, quiero recordar a la mujer que en vida fuera mi madre; y a la vez, también mencionar a todas aquellas que no conozco, pero que seguro merecen estar en el mejor sitio que nuestro Señor les haya otorgado. Cierro mis ojos en la quietud de la noche y pienso en ella. No sé aún, si la senda que me resta por transitar es larga o corta; no estoy seguro de lo que pueda llegar a ocurrir, pero sí sé que el amor que siento por ella no cambiará jamás.
Permanecerá inalterable al paso de los años, y el día que llegue al ocaso de mi existencia, partiré con una sonrisa a flor de labios. Imagino un lugar lleno de paz y armonía. Abrir los ojos a un nuevo amanecer, y otra vez, como cuando era un niño, tener a mi madre junto a mí para siempre.
Para los que todavía tienen a su madre agan un recuerdo de los dias y si una ofensas acia ella es tiempo de pedirle perdón no esperen asta él final cuado ya no puda oirles
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